Cielo Azul





¿Por qué decidimos Jeli y yo bajar por la Vinyeta ese día? 

¿Qué variables afectaron al rescate?

¿Como creo que sería un rescate perfecto en la Vinyeta?

¿Tienes confianza en la capacidad de rescatarte de tu compañero?¿y el en ti?

Complacencia, capa débil y cielo azul.


Escribí la primera versión de este post lleno de rabia y con crudeza el 22 de Febrero de 2019  siendo todo menos políticamente correcto. Tan solo lo compartí con Guillem, el hermano de Jeli, y aunque me validó su publicación a pesar del baño de sangre colectivo y el autoflagelamiento, no lo hice. Me alegro de haber respirado profundamente en su lugar. Pasaron unos días, y el 6 de marzo, lo perfilé para adaptarlo a todos los públicos. Perdió punch, pero ganó en solidez y argumentación. Y finalmente, hoy, 18 de Diciembre de 2019, despues de un inicio de invierno prematuro y con mi cabeza ordenada y pacificada, y sobretodo libre de responsabilidad, he considerado que es el momento de compartir el texto. Así que, aunque a nadie le apetezca, es necesario que volvamos al rock & drama:




22-Febrero-2019

La primera semana después del accidente, me sentí responsable de no poder parar a Jeli, de no haber sido capaz que mi sentido común y mi razón imperasen. Ya sabía, que había un desajuste entre mi percepción del riesgo de avalanchas y el de Jeli. La única razón de ello, es que a mí, ya me había cogido una avalancha hace unos años, en un día de cielo azul, mientras que él, nunca tuvo un susto importante. Todo cambia después de una experiencia fuerte. Eres capaz de ver la delgada línea que separa la infinita belleza, del peor de los infiernos. Yo el sábado la veía. Y juro por Dios que intenté convencerlo de no entregarnos a la Vinyeta, pero también es verdad que deseaba de bajar por ella. 

Los contra-argumentos de Jeli a mi descripción de la estructura de la nieve, con una capa débil a 70 cm y capacidad de propagación a 100 metros, me acordaré toda la vida de estos números, no me vencieron. Me venció preguntar a terceros, no por la respuesta, sino por que de forma inconsciente me abrí la puerta mental a la opción de bajar. Pero sobretodo, me ganó verificar por mi mismo que la linea central que hicimos en la primera bajada, al menos en su parte superior crítica, estaba toda super compacta y helada.  Y con estos dos hechos me abrazó la complacencia y decidí bajar. Lo tuvo fácil, era un día de polvo y cielo azul.

Hace ya días que me dejé de sentir culpable por no haber sido capaz de convencer a Jeli de no bajar. En su lugar, mi culpabilidad ha derivado hacia el rescate. 17 minutos es demasiado. No importan las excusas para tardar tanto ni el valor que le pusiese bajando. Al final todo se reduce al tiempo, a minutos, a segundos, y visto el resultado, tardé demasiado en sacarlo. Esto es un hecho probado. Lo que nunca sabremos, es si haciéndolo todo perfecto y tardando menos minutos habríamos llegado a tiempo.

Personalmente, y por razones que no voy a compartir en este blog, creo que, aun así, habríamos hecho tarde. Estoy convencido de que llego a la base inconsciente, y todo indica que Jeli se nos fue muy muy rápido, demasiado. Pero tendría menos dudas habiendo tardado 12 que 17, aunque también es cierto, que en ese caso querría haberlo hecho en 9 minutos.


Repitiendo otra vez el valor del tiempo, ¿qué factores fueron los que dilataron el tiempo de rescate?

1. Inexperiencia.

2. Incluir a terceros en mi escenario de toma de decisiones.

3. Error en la micro-localización

4. Paleo imperfecto.

5. Pérdida visual de la avalancha.


Vayamos punto a punto:



1. Inexperiencia. 

De todos. Me incluyo. Era mi primer rescate real con una persona enterrada. En los cursos básicos (como el STA-1 del Acna) te enseñan la técnica y practicando la automatizas, pero lo cierto, es que no te preparan ni practicas, al menos en mi caso, para un escenario como el que me enfrenté: 500m de pared con pérdida de la visual de la avalancha, posibilidad de multi-entierro, problemas de comunicación, gente sin experiencia, masificación en el rescate. Una tormenta perfecta.


2. Incluir a terceros en mi escenario de toma de decisiones. 

Sin terceros, mi toma de decisiones habría sido lineal y más rápida, con menos opciones y menos dudas, y para bien o para mal, todo hubiese dependido de mí. Con la inclusión de terceros en la ecuación, dejas en manos de desconocidos parte de la probabilidad de éxito, y además, es fácil caer en la tentación de hacerlo dado que diluyes tu responsabilidad. 

Lo cierto, es que hay necesidad absoluta de comunicarte con la gente a tu alrededor, como mínimo para tres cosas: 
Primero, para hacer saber que hay una persona perdida por tu parte y si ven algún indicio.
Segundo, para saber si hay víctimas por su parte. 
Y tercero, para obligar a cambiar a todos el arva a modo búsqueda, tarea complicadísima cuando es zona transitada, siempre hay uno nuevo que llega con el arva en emisión o lo cambia por error.

El problema es que toda esta comunicación, más aún si es a distancia y a gritos, te desconcentra de la búsqueda y te roba muchos segundos. Además, te puede inducir también a errores, tanto porque los terceros  no tienen conocimientos en rescate, o por simples malentendidos en la comunicación. Es como una arma de doble filo.

Así que, después de esta mala comunicación necesaria,  debes valorar en un segundo la experiencia del resto versus la tuya, y en función de esto, decidir si incluirlos en el rescate organizando grupos, o continuar solo por mas gente que haya a tu alrededor. 

En mi opinión, si no conoces al resto, lo mejor es seguir solo y los que saben y realmente pueden ayudarte, te seguirán o actuarán por su cuenta sin necesidad de decirles nada más. 


3. Error en la micro-localizacion. 

Lo que no dije, por que aún no era consciente de ello, es que Jeli se nos quedó a un palmo por encima de la base del agujero que cavamos. Alcanzamos su casco por el lateral, a pocos centímetros de la pared cavada. Significa que cavamos no solo demasiado hondo, sino también en el punto incorrecto, muy muy cerca, pero imperfecto. Si marcaje con la sonda hubiese sido correcto, lo habríamos alcanzado significativamente más rápido. 

En estas situaciones de stress y gente sin conocimientos suficientes, uno del grupo hace una acción nueva y puede ser al instante replicada por todos por imitación, aunque la acción sea incorrecta o no toque hacerla. Visualizando los hechos creo que es lo que sucedió. Llegué al punto donde lo habían localizado y todo el grupo sondeaba, me quité los esquís y mochila y cuando me giré ya estaban todos paleando. 

Creo que uno de ellos con el stress debió empezar con la pala y el resto lo copió olvidándose de la sonda. Como ya expliqué, yo mismo di por bueno el punto al ver la gente cavando y una sonda clavada en medio y no lo validé personalmente como era mi responsabilidad al no conocer al grupo. Ya sabéis el resto de la historia por mi post anterior.


4. Paleo imperfecto. 

Como avancé también en el post anterior, el paleo fue funcional pero estuvo muy lejos de la perfección por el caos derivado del falso marcaje de la sonda. Para hacerlo bien, es decir, rápido y preciso, para arrancar esos segundos y minutos tan valiosos, la técnica tiene que ser exquisita, con absoluto liderazgo, orden, tensión y rotaciones, y sobretodo con la certeza milimétrica de donde esta la víctima.



5. Pérdida visual de la avalancha.

Desde arriba, vi la placa romperse y llevarse a Jeli. Nada más.  Puse el arva en modo búsqueda y me acerqué hasta el punto más bajo, justo encima de la pared de piedra  por donde lo había visto desaparecer, para poder ver el fondo del valle. 

Había unos 450m hasta la base y solo vi la nube de polvo subir. Entonces, miré otra vez al barranco,  dije “joder” en voz alta, cogí aire, y me tiré en diagonal por el camino más corto. Lo cierto es que llegando abajo volvía una y otra vez a mirar arriba por si por una casualidad me había dejado a Jeli atrás mientras chequeaba el arva. 

Al no haber visto todo el flujo de nieve caer hasta el fondo, y solo ver el enorme depósito al llegar abajo esquiando, y ya con gente pasando por encima de la nieve caída, mi mente no quería aceptar que Jeli estaba allí abajo enterrado, por lo que eso significaba. 

Hay una componente psicológica muy fuerte a superar que ralentiza la toma de decisiones por que te intenta llevar al escenario más simple y favorable, aunque  este, sea el más improbable. Otra trampa mental.


¿Bajo mi criterio, cual sería el rescate perfecto en similares circunstancias, no idénticas, en la Vinyeta?

En un rescate perfecto, el amigo llamaría a SOS Baqueira (tel: 973 639 050 - Grabarlo en Favoritos- ) en el minuto 0'00'' dando el aviso con la información mínima ( sector alud y número de víctimas) y colgaría a los 15 segundos para no perder la concentración ni tiempo hablando con la centralita, y a continuación bajaría sí o sí, por donde pudiese, para llegar a la  base en el minuto 3' máximo. Entonces, a un primer grito, todos los arva de la gente pasando por la zona del depósito, estarían en búsqueda -hasta el final del rescate-, y él continuaría buscando por si mismo sin intentar comunicarse con nadie más, completamente concentrado en encontrar a su compañero sin distracciones.

Con suerte, lo localizaría en los siguientes 3' minutos de llegar a la base, máximo 5'. Al llegar el primero en la área donde esta enterrado, después de la búsqueda fina, habría marcado su posición al milímetro con la sonda, 1' minuto más. Y a medida que se acercase gente al verlo actuar, los podría organizar para palear como si no hubiese mañana. Y en máximo 5' minutos las vías respiratorias de la persona enterrada estarían libres. ¿Cuanto suman? En el mejor caso 3+3+1+5 = 12. Le sumas 1 minuto de imprevistos y te dan 13 minutos. Pero todo esto solo son hipótesis escritas cómodamente desde el sofá de casa, sin stress, sin ruido y sin tu amigo bajo la nieve.

Nota: Los pisters, en un escenario perfecto, llegarían a la base en máximo 5-6 minutos, pero lo cierto es que no puedes depender de ellos. En primer lugar porqué Baqueira no está obligada a atender en itinerarios cerrados o fuera pistas. Y segundo, porqué no estará todo el equipo de pisters encerrado todo el día en la caseta del cap de Baqueira esperando a que te suceda algo en la Vinyeta para llegar a tu rescate en 5 minutos. 

He escrito los timings y acciones de un posible rescate perfecto, porque por desgracia, este no será el último rescate en la Vinyeta, y alguno de los que leáis esto, quizás deba enfrentarse en el futuro a alguna de estas situaciones. Grabaros estos tiempos, son los tiempos de referencia a superar. (Nota: En el video del rescate del Tuc de la Llança, Aleix y Tommy han despejado las vías respiratorias de Aran en 11’50’’, salvándolo in extremis. Enhorabuena otra vez a los tres por el gran trabajo).


Quiero repetir que, incluso haciéndolo todo bien, creo que habríamos hecho tarde. Lo repito porqué no es mi intención señalar a nadie de los que ayudasteis, insisto. Todos los presentes los disteis absolutamente todo. Y para que no quede la menor duda, afirmo otra vez que yo era su compañero, confiaba en mí, así que yo era y fui el único responsable del rescate.


Dicho esto, pensad muy muy bien quien escogéis de compañero y respetadlo, es un deber recíproco. Si no os veis capaces de afrontar un escenario así, hacédselo saber. Hablarlo abiertamente. Visualizad escenarios de avalanchas. Haceros preguntas de como actuaríais en cada uno de los casos que os podáis imaginar. Revisad protocolos y practicad y practicad. Y si vuestro compañero no os da confianza, decídselo también. Como mínimo vuestras dos vidas están en juego.

Así que, todos los que os exponéis en la montaña, dadle al coco. Quién se la quiera jugar que lo haga a conciencia. No forcéis a nadie emocionalmente para exponerse al riesgo. Analizad y explicar la realidad objetivamente, con criterio, frialdad. Afortunadamente muchos ya lo hacéis, otros no. Y luego, cada uno que decida que quiere hacer con su vida. Si uno la pierde, que lo haya decidido él, siendo plenamente consciente donde se metía y el riesgo que asumía, pero que no sea por que un amigo le ha atado una soga emocional al cuello. Madurez.

En las primeras horas tuve muchos ánimos del estilo: podría haber sido cualquiera de nosotros. Algunos me lo dijisteis solo para aliviarme, otros me lo dijisteis muy en serio, y yo posiblemente también lo hubiese dicho. Lo cierto, es que en un primer momento me hizo sentir menos culpable por haber cedido y bajado, pero ya se sabe, mal de todos consuelo de tontos. 

Desde aquí, os invito de corazón a reflexionar, a todos,  sobre si, con las condiciones nivológicas de ese día, merecía realmente la pena tomar el riesgo. Todos nos encontraremos más días con estas condiciones de capa débil, polvo y cielo azul, y deberemos decidir si resistir, o dejarnos llevar por el dulce canto del pow para jugar a la ruleta rusa.

El freeriding nunca estará exento del peligro, y además, la mala suerte o el destino siempre estarán allí. Pero, si para que te toque la lotería antes tienes que comprarla, para que te pille una avalancha también tienes que exponerte, y si lo haces con todos los números comprados, es que estás ciego o idiota. Y meterse en la Vinyeta ese sábado con la delicada estructura de la nieve y todas las complejidades de su terreno, fue de un nivel de insensatez muy elevado

En el primer rondo no nos toco nada, así que de la mano de la complacencia, que nos vuelve a todos ciegos e idiotas llenos de felicidad, decidimos comprar más números.

En la segunda bajada entramos siendo más confiados y bajando inconscientemente nuestro nivel de alerta. Como se ve en la imagen de la placa, Jeli hizo una diagonal casi plana , por debajo de las trazas superiores de la pareja de esquiadores que habían entrado delante nuestro. A ellos no les toco, a Jeli si. 



(Comentario: Es una zona de acumulación de nieve ventada por la roca superior, y de difícil acceso para tirar cargas de dinamita, aunque según me dijeron  los pisters, esta temporada tenían previsto hacerlo.)


Pero a Jeli no se lo llevó la avalancha, se lo llevó la ciudad. Estuvo toda la semana preocupadísimo por el nuevo trabajo mientras veía como sus amigos ripaban el polvo. Llegó el fin de semana y quiso hacer todo lo no había hecho durante la semana, empezando en un día de inmaculado cielo azul. Y solo tenía dos días, sábado y domingo, antes de volver a la oficina el lunes y lidiar con su nueva vida en el mundo de la empresa. Ver los peligros significaba renunciar a su ventana de fin de semana de esquí idílico, y como todos hemos hecho, es mucho más fácil ver el cielo azul, flotar en el polvo y pensar que no va a pasar nada. 

Otra vez la complacencia vistiéndose de gala.



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